Diócesis de Fontibón
Parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa
Lecturas del día martes, 03 de junio de 2025
Hch 20,17-27
Completo mi carrera y consumo el ministerio que recibí del Señor Jesús
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.
EN aquellos días, Pablo, desde Mileto, envió recado a Éfeso para que vinieran los presbíteros de la Iglesia.
Cuando se presentaron, les dijo:
«Ustedes
han comprobado cómo he procedido con ustedes todo el tiempo que he
estado aquí, desde el primer día en que puse el pie en Asia, sirviendo
al Señor con toda humildad, con lágrimas y en medio de las pruebas que
me sobrevinieron por las maquinaciones de los judíos; cómo no he omitido
por miedo nada de cuanto les pudiera aprovechar, predicando y enseñando
en público y en privado, dando solemne testimonio tanto a judíos como a
griegos, para que se convirtieran a Dios y creyeran en nuestro Señor
Jesús.
Y ahora, miren, me dirijo a Jerusalén, encadenado por el Espíritu.
No
sé lo que me pasará allí, salvo que el Espíritu Santo, de ciudad en
ciudad, me da testimonio de que me aguardan cadenas y tribulaciones.
Pero a mí no me importa la vida, sino completar mi carrera y consumar el
ministerio que recibí del Señor Jesús: ser testigo del Evangelio de la
gracia de Dios.
Y ahora, miren: sé que ninguno de ustedes, entre
quienes he pasado predicando el reino, volverá a ver mi rostro. Por eso
testifico en el día de hoy que estoy limpio de la sangre de todos: pues
no tuve miedo de anunciarles enteramente el plan de Dios».
Palabra de Dios.
Sal 68(67),10-11.20-21 (R. cf. 10)
R. Reyes de la tierra, canten a Dios.
O bien:
R. Aleluya
V. Derramaste en tu heredad, oh, Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh, Dios,
preparó para los pobres. R.
V. Bendito el Señor cada día,
Dios lleva nuestras cargas, en nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R.
Jn 17,1-11a
Padre, glorifica a tu Hijo
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
EN aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:
«Padre,
ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique
a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida
eterna a todos los que le has dado. Esta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo
te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me
encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que
yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He manifestado tu
nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los
diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo
que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que
tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente
que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por
ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son
tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido
glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el
mundo, mientras yo voy a ti».
Palabra del Señor.